Aunque los insectos no han estudiado matemáticas, la evolución ha permitido que se produzcan algunas coincidencias o simetrías que vinculan el comportamiento de los insectos y las matemáticas.
La Ley de Dolbear (llamada así por las observaciones del físico Amos Dolbear en 1987) significa que el ritmo al que cantan algunas especies de grillos nos permite calcular la temperatura ambiente sin necesidad de termómetro.
El macho del grillo del árbol nevado efectúa 80 chirridos por minuto a temperaturas de 15 grados. Esta frecuencia sube hasta 120 chirridos a temperaturas de 21 grados. Por tanto, para calcular la temperatura ambiente hay que sumar 5 al número de chirridos que hace el grillo durante un intervalo de 8 segundos.
Las abejas han resulto, gracias a la inteligencia colectiva, uno de los problemas matemáticos más complejos: el problema del viajante de comercio, que fue formulado por primera vez en 1930 y es uno de los problemas de optimización más estudiados, pero las abejas ya lo tenían resuelto gracias a la evolución natural, como descubrió Lars Chittka.
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http://www.invdes.com.mx/medio-ambiente/5433-la-sabiduria-matematica-de-los-insectos.html
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