Muchas de las formas más armoniosas que se encuentran en la naturaleza siguen el mismo patrón matemático: el número áureo, razón áurea o divina proporción, un concepto geométrico, que se da cuando al partir un segmento en dos partes desiguales, dividiendo el total por la parte más larga obtenemos el mismo resultado que al dividir la más larga entre la más corta.
La mejor manera de visualizar la divina proporción, según el matemático y escritor Carlo Frabetti en su libro Las matemáticas de la naturaleza, es mediante un rectángulo de lados x y 1 (siendo x menor a 1) de manera que si lo dividimos en un cuadrado de lado 1 y un rectángulo de lados 1 y x-1, el rectángulo resultante y el inicial son semejantes, es decir, que el pequeño es una reducción proporcional del mayor.
Si en cada cuadrado, tomando su lado como radio, inscribimos un cuarto de circunferencia, obtenemos una espiral directamente relacionada con la sucesión de Fibonacci. Esta serie de números se encuentra en la base de muchas configuraciones biológicas, tanto en el mundo animal como el vegetal como la distribución de las ramas y hojas de los árboles o la disposición de las pipas de los girasoles.
Si estos patrones están detrás de las cosas que nos parecen más hermosas de la naturaleza es porque nuestra concepción de la armonía y la belleza parte de nuestra propia anatomía. El cuerpo humano también es un ejemplo de la proporción áurea. El ejemplo más conocido es el Hombre de Vitruvio, dibujo de un cuerpo humano con anotaciones anatómicas que realizó Leonardo da Vinci a finales del siglo XVI, basándose en las teorías del arquitecto Marco Vitruvio.
Fuente:
https://nmas1.org/news/2017/05/11/matematicas-naturaleza
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