Este post está dedicado a la figura del segundo y no por ello menos importante.
Fué en el año 1926 cuando Pedro Puig Adam obtuvo la Cátedra de Matemáticas del Instituto San Isidro de Madrid.
A partir de ese año escribió en colaboración con el matemático Rey Pastor una serie de libros de texto para el Bachillerato del Plan de 1903, de los cuáles se llegaron a hacer muchas ediciones. A éstas, Pedro Puig las denominaba de forma cariñosa «obritas».
Entre las muchas cosas que debemos a este matemático destacamos el método de enseñanza de las Matemáticas comocido como Matemáticas heurísticas y la creación como pedagogo en el año 1958 del «Decálogo de la Didáctica Matemática».
Pedro Puig Adam fue defensor de la utilidad y belleza de las Matemáticas y de las Matemáticas divertidas, recreativas y de hecho citaba a menudo a Martin Gardner o George Pólya.
Sin duda, sus ideas pedagógicas serán siendo utilizadas y apreciadas durante mucho tiempo y lo que es más importante, siempre será recordado como un hombre bueno y humilde, lo cual le reafirma como hombre sabio.
Acabamos este post homenaje, con una de sus máximas:
Educar es, en el fondo, cultivar al mismo tiempo el conocimiento de lo verdadero, la voluntad de lo bueno y la sensibilidad de lo bello.
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