
El cuadro del pintor mexicano Diego Rivera, Paisaje cerca de Toledo, de 1913, es una prueba más de que grandes maestros de la pintura universal e intelectuales se han sentido atraídos por la calidad paisajística y monumental de Toledo.
La identificación de Rivera con Toledo estuvo influida porque la morfología y estructura de la ciudad le recordaba a su natal Guanajuato, de calles estrechas e irregulares.
La vista de este cuadro corresponde a la zona de Safont, en la Vega Alta, y sus elementos se siguen identificando desde el Miradero.
En aquellos años, siempre estuvo presente la preocupación por el color, la pureza de las líneas, la geometrización y el vigor plástico de las formas, así como el interés por las perspectivas lineal y área.

La geometría preside las formas en Paisaje cerca de Toledo y las técnicas de la perspectiva lineal y atmosférica, su composición. Mediante ejes lineales que fugan hacia el fondo y la acentuada gradación de colores se logra una enorme sensación de profundidad. A su vez, la geometrización del relieve, de los campos de cultivo y de las construcciones, con una sinfonía de rectángulos, triángulos y polígonos irregulares, acentúa la tercera dimensión.
La geometría de las formas y la gradación de tonos cromáticos facilitan la identificación de las tres unidades de paisaje geográfico que se reconocen en la obra y que contribuyen a la belleza del conjunto. Cada una corresponde a un plano pictórico y a una gama de colores.
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